viernes, 14 de mayo de 2010

Moon (2009)


Género: Supuestamente ciencia ficción
Valoración: Mediocre

Tengo una excentricidad. Con según qué películas, antes de escribir mi crítica me gusta empaparme leyendo todas las opiniones que el público ha vertido en la Red. En el caso de Moon no son pocas. Me ha llamado la atención la lucidez que demuestran muchos espectadores al repudiar sin rodeos una cinta que, a pesar de sus tintes engolados, no es más que una reminiscencia de otras obras. Totalmente de acuerdo con ellos.

Se ha dicho mucho acerca de lo que Duncan Jones debe a 2001, de Stanley Kubrick. Y es cierto. Su ópera prima no es realmente un homenaje, como algunos afirman, puesto que las descaradas alusiones son algo más que inocentes referencias. Todo el arsenal de Moon gravita obscenamente alrededor de 2001. Es una película inexperta que, a falta de personalidad, ha recreado la atmósfera del clásico de Stanley K. (No es malo aprender de los grandes pero ¡ojo!, sin calcar). Los diálogos que Sam Rockwell mantiene con Hal 9000 ¡perdón!, quiero decir con Gerty, retrotraen con demasiada impertinencia al clásico. Asimismo, los supuestos guiños a Solaris o a Triangle son más que inocuos guiños. Decir que es un refrito de varias películas sería cruel pero la tentación es grande.

He visto críticas de algunos espectadores que han elaborado densas listas con las incongruencias de la trama. Sin entrar en deliberar si verdaderamente ello destruye la verosimilitud de Moon, sí que es cierto que hay un momento en que el ritmo del filme pierde fuelle. Los dos clones comienzan a hacer sus numeritos en la estación espacial, buscando un poco la rechifla del auditorio, y la credibilidad del argumento se resiente profundamente. Por otro lado, el misterio se desvela muy pronto y todo se torna bastante predecible.

Las expectativas del público de ver un producto que les deje durante horas o días pensando se ven truncadas por un argumento lineal que, de hecho, no se impregna de lo que entendemos por Sci-fi, así como tampoco tiene interés en jugar a explorar incógnitas del universo: el tiempo, el espacio, las dimensiones, otras formas de vida, etc (como parece que se nos promete en algunos planos del principio, por ejemplo el del fantasma de la mujer en la butaca). Y es que colocar una estación espacial denominada Selene a guisa de decorado, y en ella embutir un argumento plano cuyo arcano máximo estriba en descubrir el escondrijo donde dormitan los clones, no basta para satisfacer a uno de los públicos más exigentes del séptimo arte. Los amantes de la ciencia ficción buscábamos algo más.

La huida de Sam de la de la estación es precipitada e inverosímil, además de predecible. Descubrimos que ha logrado llegar a la Tierra por una voz emitida desde un canal de noticias (burdo efecto) que nos refiere las proezas del clon denunciando la explotación laboral, etc. Duncan Jones remata, así, su obra con una infantiloide crítica social.

Si hay que sacar una moraleja de este filme es que puedes ponerle al robot Gerty la voz de Kevin Spacey pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Y aquí la mona nos ha salido sin verdadero talento. Leí una entrevista a Duncan en la que decía: Mi padre, Bowie, me enseñó a ser creativo.

Vale, ahora sólo te queda ser creativo.

Recomendada a: Amantes del sci-fi que no sean demasiado exigentes.

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