jueves, 6 de mayo de 2010

La posesión (1981)


Género: Indefinido, supuestamente terror

Valoración: Pésima, infumable

Tras ver esta película y tras leer innumerables opiniones, críticas y ensayos sobre la misma, se me ha planteado una duda sobre cómo redactar mi opinión. Me he dicho: podría fusilar mi crítica con un sinfín de datos enciclopédicos y referencias al uso, cuanto más redichas y pomposas mejor, como parece que es obligado siempre que se habla de un director polaco. ¡Pues no! Me niego a bajar tímidamente la cabeza frente a una pedantería de película que lo que quiere es, precisamente, suscitar un hervidero de elucubraciones. Definitivamente, no voy a enfrascarme en esa clase de discusiones sobre el sexo de los ángeles que tanto gusta al esnob.

Hace unos días colgué una crítica sobre la obra Bad Boy Bubby, que también puede clasificarse como cine de autor. Nunca me cansaré de alabar esta clase de joyas iconoclastas, demoledoras e inteligentes. Pero cuando una película ensoberbecida y vacía como La posesión quiere subirse al carro del cine independiente, hay que hacer un alto en el camino, plantar la palma de la mano y decir: No, tú te quedas en la puerta.

Hay una cosa que en cualquier filme me repatea profundamente: los diálogos engolados de una pedantería tan extrema que te sientes caer más y más en un pozo de surrealismo. Al final, el sinsentido y el existencialismo barato son tan fútiles que no entiendes nada. No hay doctrina alguna detrás de tanta mímica extrema. ¿Cómo te vas a creer una discusión de pareja en que él parece estar citando a Proust y ella le contesta con una mirada alucinada antes de ponerse a declamar un fragmento de los Diálogos de Platón? La verdad, yo me pregunto si cuando estás en Polonia o en Francia y paras a alguien por la calle para pedirle la hora, éste te mira con lágrimas en los ojos, se quita el sombrero y, saltando encima, te grita: ¡El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices! (Nietzsche). En fin, demasiados diálogos imposibles que te expulsan una y otra vez del filme.

El guión es infantil a más no poder, con un monstruo arrancado del manga japonés más cutre. Asesinatos absurdos, sobreactuación pura y dura, guión lamentable, manierismo vacío y efectos especiales de risa. Es cómico el supuesto ataque de posesión demoníaca que le da a la Adjani en el túnel del metro, sin duda esforzándose por alejarse del célebre bailongo de Linda Blair en El Exorcita pero, por ello mismo, calcándolo gesto a gesto (cuanto más queremos huir de algo, más en mente lo tenemos. La originalidad, y menos la genialidad, no pueden partir de un acto premeditado). Y es que hay una cosa que está clara. La pretensión de querer ser diferente no garantiza que vayas a serlo. Y, lo que es peor, sin la técnica, sin el talento, sin los conocimientos necesarios, no puede hacerse nada interesante. El medio que el autor pedante e impaciente utiliza para rodear este muro, normalmente consiste en machacar con una dosis de existencialismo pusilánime. O bien ir por una vía aún más rápida. Dar algo que dé que hablar: ultraviolencia, ultrasexo, ultraesnobismo, etc.

Lo más gracioso de todo esto es que cuando una película es tan rematadamente gilipollas se crea un mito a su alrededor. Los freaks han oído hablar de ella, pero nadie la ha visto. ¿Será tan impactante? Leen que es una película controvertida, y se emocionan. Vaya, nos emocionamos. Pues sí, yo también leí que era una obra maestra, que era algo que desasosegaba. Bueno, no diré que no. Desasosiego consigue crearlo, pero porque te preguntas cómo te has gastado 8 euros en este DVD.

A quienes les interese seguir divagando sobre el tema, les recomiendo el brillante texto de Juan Carlos Matilla, en la página Judexfanzine. Tiene una frase que lo resume todo: ¿Experimento narrativo o tomadura de pelo?

A la postre, esta película (¿?) me recuerda al Manuscrito Voynich. Un texto en clave cuya cifra han intentado romper sin éxito innumerables criptógrafos a lo largo de muchos años. No se sabe qué dice, ni de dónde proviene, ni de qué época es. Está escrito en un alfabeto desconocido cuyo origen se desconoce. Sin embargo, a día de hoy cada vez son más los expertos que están de acuerdo en que que se trata de un simple fraude. Es decir, el texto no dice nada. Lo mismo que la obra de Zulawski. Ésta, además, aburre.

Recomendada a: Nadie. Pero si eres coleccionista de rarezas, aunque carezcan de valor artístico, puede que te interese. Es un DVD difícil de encontrar. A mí me costó 8 euros cuando di con él.

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