domingo, 9 de mayo de 2010

Hard Candy (2005)


Género: Terror, suspense
Valoración: Pasable, no está mal

Parto de la lectura de algunas críticas de esta película. Pienso que las opiniones hacen justicia a la calidad del filme, aunque hay algunos extremos con los que no comulgo. En concreto, decir que se trata de uno de los mejores trhiller de todos los tiempos me parece una exageración. Por supuesto todas las opiniones son respetables, máxime partiendo de esta sabia premisa: sobre gustos no hay nada escrito.

Sea como sea, todos mis colegas han argumentado muy bien sus opiniones, y ahora le toca a un servidor. Hard Candy tiene un buen guión, y en esto ya discrepo de algunas opiniones que achacan un guión pobre. Hay que distinguir entre guión y argumento, así como entre calidad y cantidad. Es decir, que un guión (valga tanta redundancia) contenga sólo uno o dos hechos importantes, no tiene por qué implicar que sea flojo. Por el contrario existen, pongamos por caso, grandes piezas teatrales como Tío Vania (Chéjov) en las que hay una insondable profundidad de sentimientos encontrados que se ponen de manifiesto a través de los diálogos, habiendo en rigor muy poca acción. O qué decir de Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan), ¿acaso tiene un guión pobre porque no haya muertos, explosiones, viajes y aventuras? Muchas veces los mejores guiones explotan unos pocos hechos, confiriéndoles una dinámica extrema, una trama de diálogos sustanciales que nos transportan a un mundo de sensibilidad mucho más trascendental que una obra colmada de sucesos.

Dicho lo cual, reiterar que en mi opinión Hard Candy sí tiene un buen guión, por bien que con un argumento escueto: Jeff, de 35 años, seduce, vía cibernética a una adolescente de 14 años. En su primer encuentro real, Jeff logra que su víctima acceda a subir a su casa. En ella, el pedófilo creerá estar ultimando su lúbrico plan, engatusando a la niña para que se deje fotografiar desnuda, pero de pronto Jeff pierde el conocimiento. Se despierta maniatado. Hayley es ahora el verdugo, que torturará al pervertido por todos los abusos que éste ha cometido, especialmente por el asesinato de la menor Donna Mauer.

Con estos elementos se teje una trama llena de juegos sádicos, sin que realmente veamos sangre, en los que Ellen Page puede lucirse como cínica perturbada/justiciera. Nombrándose a sí misma como abanderada de todos los niños abusados del mundo, someterá a algunos suplicios psicológicos a Jeff, quien pasa a ser juzgado, condenado y ejecutado. La pena es tajante: ¡que le corten los cojones!

Existen algunos fallos de forma en el filme, por ejemplo el mostrarnos desde el inicio el cartel de una adolescente desaparecida (Missing), o el hecho de que Hayley tenga que explicarnos ce por be cómo el cínico Jeff encontraba en Google o Amazon las informaciones de los escritores y grupos musicales favoritos de ella. Con este tipo de cosas los espectadores nos preguntamos si de veras parecemos tan imbéciles a los directores de cine. Además, hubo un momento en que me pregunté dónde demonios había aprendido Hayley a hacer toda esa clase de nudos (que ni el mismo Popeye el marino después de comer espinacas se hubiera atrevido).

Además me alucinó cómo conseguía mover y levantar una niña de apenas 50 kilos de peso a un adulto de unos 80 kilos. Por otra parte, Patrick Wilson es tonto pero que muy tonto, pues cae en todas las trampas de la caperucita roja transpuesta. Todo ello hace que, en primer lugar. el filme vaya despojándose del aura de realismo que contenía durante los 15 minutos iniciales y se convierta en un burdo juego esquemático (un poco en la veta de Saw) que nos tenemos que creer porque... bueno, por cojones. Y en segundo lugar, provoca que exceptuando el giro inesperado inicial en que el lobo pasa a ser oveja y viceversa, todo el resto de la película se haga en extremo previsible y un poco increíble. Todo ello sin entrar en razonamientos sobre la inquebrantable locura (estructuralmente perfecta) de una niña de 14 años, con conciencia de ser la redentora de la maldad del planeta, y con la inteligencia de trazar un plan impecable, aún teniendo que lidiar con el factor improvisación (patadón de Maradona en la cabeza incluido).

En definitiva, una buena película, pero que no es, ni de lejos, una obra maestra. En cuanto a lo de que es una de las obras más indigestas y malsanas llegadas a Hollywood y que trata el tema de la pederastia... En fin, eso no es tratar el tema de la pederastia, sencillamente es hacer pivotar un poco el argumento sobre un suceso entre un pedófilo y una adolescente, sin sutileza psicológica alguna. Si lo que se quiere es una película que sabe y tiene voluntad de adentrarse realmente en esta materia, véase El leñador, de Nicole Kassell, donde se precisa de la participación de un actor de la talla de Kevin Bacon para dar profundidad psicológica, y sobre todo ¡verosimilitud!, a una obra de esta temática.


Recomendada a: Amantes del terror psicológico que sean poco exigentes con fallos de verosimilitud garrafales.

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